Mamá Terciarizada
Esta mañana iba en el tren leyendo un enlace de @Maria Alejandra Martinez. El artículo trataba sobre la presión que genera el mix maternidad-sociedad-trabajo en las madres actuales, y me hizo pensar, una vez más, en la propuesta que Franco (4 años) me hizo la semana pasada: que la señora que lo cuida venga a mi trabajo y que yo me quede a cuidarlo.
Actualicé mi estado de Facebook con esta idea inocente (que en solo un ratito acumuló ocho o diez ‘me gusta’), sin embargo hoy me dí cuenta que a él solo le respondí con un “qué buena idea Fran!” y una risa divertida, cuando probablemente necesitaba una explicación.
Me imagino este razonamiento en su cabecita infantil: Hay dos trabajos para una sola mamá, ya puedo entender que ella no puede estar en dos lugares al mismo tiempo y por eso otra persona la ayuda, lo que no entiendo es por qué la ayuda conmigo en lugar de ayudarla en su oficina. Más lo pienso y más me doy cuenta de que no existe una explicación coherente que avale tamaña contradicción: ¿cómo es que puedo terciarizar lo que más amo!?.
Y acá es la parte donde aparece la lista de justificaciones, ciento por ciento aceptables, acerca de las necesidades económicas y acerca del camino que una supo construir desde otras perspectivas y a los cuales está aferrada, como alguien se aferra al borde de una pileta en la que no hace pie!. Sin embargo, el tiempo es uno solo, y pasa, y él crece cada día mientras los dos sentimos que perdemos un día más de estar cerca.
Tal vez alguien se confunda pensando que la paso mal en mi trabajo y por eso me hago estos planteos, pero no, es mucho más complicado que eso, porque tengo un trabajo que me gusta, convivo con un grupo de personas increíbles, fuente de varias amistades, con quienes la pasamos realmente bien. A mi me gusta ir a trabajar!, me siento bien al poder aportar a la economía familiar, de forma que juntos vayamos mejorando nuestra calidad de vida material. Pero son once horas que estoy fuera de casa!, ¿acaso existe alguna situación tan maravillosa que amerite estar la mitad del día alejada de las personas que más amo en la vida?.
A partir de otra de mis lecturas (sobre el “Concepto del Continuum” en www.cuatroenlacama.com), me quedé pensando en la tribu de los Yequana, donde toda la comunidad trabaja, incluso las madres de bebés recién nacidos, pero la diferencia con nosotros es que trabajan con los chicos encima o alrededor, están siempre presentes, están siempre disponibles y no por eso se desentienden de su rol productivo dentro de la comunidad. Según decía el texto, los bebés Yequana son cargados continuamente (de día y de noche), desde que nacen hasta que son capaces de desplazarse por sí mismos, gateando, alrededor de los 8 o 9 meses; al principio los carga su madre y después otro niño (entre 4 y 12 años) que se lo da a la mamá al momento de ser alimentado. Esos bebés no son el centro de atención de sus mamás, sino que son parte de un todo, de una comunidad, a la que observan desde el cuerpo de sus porteadores y en la que se integran paulatinamente, con la certeza de que pueden salir a explorar y volver cuando lo necesiten para descansar en unos brazos calentitos.
Y digo, los Yequana no son la única comunidad donde la mamá trabaja, los portabebés existen porque las madres “hacen” cosas en todas las culturas y en todos los tiempos: ya sea trabajando la tierra, haciendo artesanías o tareas domésticas, no es algo ‘extraño’ ver mujeres-madres trabajando, lo que debería resultarnos extraño es haber construido trabajos “femeninos” tan alejados de nuestra naturaleza, donde nos obligamos a elegir entre dos roles que suelen funcionar armónicamente.
Creo que no existe cuerpo, ni corazón, ni alma que, después de haber logrado ver el mundo desde los ojos de su hijo, resista indefinidamente la tensión que se genera entre una maternidad que aspira a criar de cerca y una vida laboral/profesional que necesita ser full time.
La frase de Franco se convierte de divertida en lamentable apenas profundizo en la reflexión, y el sentimiento doloroso e incómodo que me invade es el motor que me lleva a seguir buscando formas alternativas para estar más tiempo juntos, para conseguir que nuestras vidas mejoren a partir de la cercanía, a partir de la posibilidad de verlos mientras crecen y de estar ahí para lo que necesiten.Mientras tanto, me queda pendiente una charla con mi pequeño sabio.
NOTA ORIGINAL Y COMENTARIOS EN FACEBOOK
Actualicé mi estado de Facebook con esta idea inocente (que en solo un ratito acumuló ocho o diez ‘me gusta’), sin embargo hoy me dí cuenta que a él solo le respondí con un “qué buena idea Fran!” y una risa divertida, cuando probablemente necesitaba una explicación.
Me imagino este razonamiento en su cabecita infantil: Hay dos trabajos para una sola mamá, ya puedo entender que ella no puede estar en dos lugares al mismo tiempo y por eso otra persona la ayuda, lo que no entiendo es por qué la ayuda conmigo en lugar de ayudarla en su oficina. Más lo pienso y más me doy cuenta de que no existe una explicación coherente que avale tamaña contradicción: ¿cómo es que puedo terciarizar lo que más amo!?.
Y acá es la parte donde aparece la lista de justificaciones, ciento por ciento aceptables, acerca de las necesidades económicas y acerca del camino que una supo construir desde otras perspectivas y a los cuales está aferrada, como alguien se aferra al borde de una pileta en la que no hace pie!. Sin embargo, el tiempo es uno solo, y pasa, y él crece cada día mientras los dos sentimos que perdemos un día más de estar cerca.
Tal vez alguien se confunda pensando que la paso mal en mi trabajo y por eso me hago estos planteos, pero no, es mucho más complicado que eso, porque tengo un trabajo que me gusta, convivo con un grupo de personas increíbles, fuente de varias amistades, con quienes la pasamos realmente bien. A mi me gusta ir a trabajar!, me siento bien al poder aportar a la economía familiar, de forma que juntos vayamos mejorando nuestra calidad de vida material. Pero son once horas que estoy fuera de casa!, ¿acaso existe alguna situación tan maravillosa que amerite estar la mitad del día alejada de las personas que más amo en la vida?.
A partir de otra de mis lecturas (sobre el “Concepto del Continuum” en www.cuatroenlacama.com), me quedé pensando en la tribu de los Yequana, donde toda la comunidad trabaja, incluso las madres de bebés recién nacidos, pero la diferencia con nosotros es que trabajan con los chicos encima o alrededor, están siempre presentes, están siempre disponibles y no por eso se desentienden de su rol productivo dentro de la comunidad. Según decía el texto, los bebés Yequana son cargados continuamente (de día y de noche), desde que nacen hasta que son capaces de desplazarse por sí mismos, gateando, alrededor de los 8 o 9 meses; al principio los carga su madre y después otro niño (entre 4 y 12 años) que se lo da a la mamá al momento de ser alimentado. Esos bebés no son el centro de atención de sus mamás, sino que son parte de un todo, de una comunidad, a la que observan desde el cuerpo de sus porteadores y en la que se integran paulatinamente, con la certeza de que pueden salir a explorar y volver cuando lo necesiten para descansar en unos brazos calentitos.
Y digo, los Yequana no son la única comunidad donde la mamá trabaja, los portabebés existen porque las madres “hacen” cosas en todas las culturas y en todos los tiempos: ya sea trabajando la tierra, haciendo artesanías o tareas domésticas, no es algo ‘extraño’ ver mujeres-madres trabajando, lo que debería resultarnos extraño es haber construido trabajos “femeninos” tan alejados de nuestra naturaleza, donde nos obligamos a elegir entre dos roles que suelen funcionar armónicamente.
Creo que no existe cuerpo, ni corazón, ni alma que, después de haber logrado ver el mundo desde los ojos de su hijo, resista indefinidamente la tensión que se genera entre una maternidad que aspira a criar de cerca y una vida laboral/profesional que necesita ser full time.
La frase de Franco se convierte de divertida en lamentable apenas profundizo en la reflexión, y el sentimiento doloroso e incómodo que me invade es el motor que me lleva a seguir buscando formas alternativas para estar más tiempo juntos, para conseguir que nuestras vidas mejoren a partir de la cercanía, a partir de la posibilidad de verlos mientras crecen y de estar ahí para lo que necesiten.Mientras tanto, me queda pendiente una charla con mi pequeño sabio.
NOTA ORIGINAL Y COMENTARIOS EN FACEBOOK
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